Mutaciones

La vida amerita mutar. Me lo dijo en tono filosófico y yo, que le creía todo, lo acepté. Mutar lo que se dice mutar. No una simple máscara de carnaval o de vida. No, no, que lo tuyo era del blanco al negro y del gris, al rojo.

Entonces dije o más bien pensé, que se arregle, entre tantas mutaciones se perderá de sí mismo. Y así fue.

En un recodo de la vida se encontró tan perdido que ni la memoria le servía para nada. Esas preguntas triviales que nos hacemos en crisis existenciales, rebotaban vacías, sin respuestas. Perdido y sin huellas de sí mismo también, consecuencia casi lógica, perdió el rumbo.

Anduvo buscando su yo y se encontró con tantos que no supo con cual quedarse y menos aún, cual de ellos era su esencia. Perdido, sin memorias fidedignas descubrió horrorizado que no tenía sombra. Ni de día ni de noche. Ni en la arena ni en la pared.

Ahora anda en su búsqueda. Alucina pensando que al encontrarla, se hallará. No sabe que cuando una sombra desaparece, otro dueño la ampara y ella, porque es mujer orgullosa, no regresa jamás.