Niña escama

Qué día gris de playa triste. El sol andaba jugando detrás de una cortina de nubes y el agua estaba casi azul. Disfrutábamos una buena temperatura y había poca gente. Y no sé en qué momento se armó el revuelo buscando a la niña que se metió al mar.

Bajaron raudos los salvavidas con sus equipos, la madre, el padre y toda la familia lucharon con el oleaje. Fueron dos o tres veces que pensamos que la rescataban. Y la playa se puso gris tristeza. Todos los esfuerzos fueron en vano.

Cuando ya los salvavidas se dieron por vencidos llegaron refuerzos pero la niña no se vió más. El viejo de barba blanca que vive en esta playa solitaria agitó su cabeza y dijo algo, algo extraño y loco:

– Acá los ahogados vuelven…

La zona quedó llena de policías, ambulancia y empezaron a llegar lanchas con buzos especializados. A mí el llanto de los familiares me partió el corazón y nos volvimos a la casa sin decir una palabra.

Cómo ir al día siguiente a ver el mar? Cómo bajar al lugar dónde se ahogó en forma sorpresiva e instantánea una niña adolescente, en la flor de su vida? No se podía, pero era nuestro último día de vacaciones, bajamos igual.

Había un viento que arremolinaba el agua y sólo se podía caminar por la orilla. Un frío inusual bajó a la costa. Casi a la misma hora que la niña se ahogó el mar la sacó afuera.

El cuerpo cubierto de escamas. Apenas la cara conservaba sus facciones humanas. El resto era un gran pez plateado cubierto de escamas. La vimos en la orilla, la rodeamos, no creíamos lo que veíamos porque nuestros ojos no lo aceptaban.

– Se está ahogando por segunda vez…- dijo el viejo de barba blanca- hay que meterla al mar de nuevo.

Y la fueron llevando. Y la vieron nadar a toda prisa por sobre el oleaje, después el mar se quedó como tranquilo, por unos minutos o por el resto del día. No lo sé.

– Cada año volverá por aquí cerca…- aseguró el viejo- acá los ahogados siempre vuelven transformados en peces increíbles.