Sentados bajo la sombrilla gozamos el primer día de playa. No podía ser mejor. Ansiadas vacaciones, solos y tranquilos. Un mate y un libro, el celular, un bloqueador solar y gozar del rugido constante de las olas. En silencio gozábamos de ese horizonte que parece infinito.
Poca gente en la playa, mejor para nosotros. Absorta en un punto del horizonte marino vi aparecer un fantasma gigante. Así como emergió se diluyó. Limpie los lentes de sol y volví a fijar la vista en el mismo aproximado lugar. Otra vez! Salió un fantasma enorme y luego se disolvió. Estaba tan entusiasmada pensando en si tendría forma de fotografiar el espectáculo único, cuando la voz precisa de mi compañero me dijo:
– Has visto lo fuerte que se puso el viento de aquel lado? Mira… mira… el viento levanta el agua y la arena, las eleva y luego bajan… parecen fantasmas, no?
Fin… él es mi cable a tierra.