Se han quedado con mi útero, que anidó tres huevos sanos, se quedaron también con mi saliva que supo gritar cuando se debía. Se quedaron con mi rabia porque me la guardé.
Se quedaron con mi salud, con mi poca lógica y con mi tranquilidad… se quedaron con mi paz interior y mis eternos proyectos.
La posibilidad de que todo regrese, porque todo pasa, es un lento vaivén de olas que me sacuden entre melancolía y ansiedad. Tal vez más pronto que tarde vuelva a ser. Ahora sólo estoy reptando la impotencia de no ser.
Hace años, cuarenta, llegaron y patearon, y a golpes se quedaron con mi destino.
Hoy no son los mismos. Son otros: los que deberían entenderlo que lo vuelven a destrozar.
Estoy solita con mi cáscara pero… aún de pie.