Hace años la construí
fue necesario inevitable preciso
y contundente.
Hace años cuando me corrían
de todos lado, comencé
a levantar piedra a piedra,
la muralla salvadora reparadora,
donde me miraba sin
ser vista.
Ocultarme para verme
fue la premisa que me impuse.
No sabía entonces cuantas veces
derribaría los muros
surcaría las aguas
desesperando de agotamiento
por no pertenecer a la manada.
Creo, pero no es certera mi creencia,
que al fin tengo mi isla personal.
Al fin en medio del bullicio puedo
escuchar mi silencio y
puedo, ser yo, sólo yo,
ya sin culpas, ya sin miedos.
Puedo hablarme en voz alta,
escucharme con o sin atención,
charlar o saludar a esos que llaman muertos,
insultar hasta el hartazgo a los dueños
de casi todo, casi todo lo que aliviaría
hambre y dolor en millones…
En mi isla puedo desdecirme,
puedo reírme de mí y llorar sin
que nadie diga que cometo excesos.
Lo mejor de mi isla es que puedo
usarla dónde y cuándo quiero.
Los demás se dan cuenta?
Tiene importancia?
Amo mi lugar en el mundo
no es lujoso, no tiene vista al mar,
ni ventanas a montañas nevadas,
es sólo un hueco donde me habito
de mí y me alejo del resto.
Creo que en esta entrada al
otoño de mi vida,
debo reforzar mi isla y
mi forma de llegar a ella,
de permanecer en ella…
Al fin de cuentas… la soledad es
insignia de vejez, la muerte está cada instante
más acá, la isla es el recurso personal…
antes la usé para esconderme, ahora
quiero usarla para quedarme y estar
conmigo…