Es tan pequeñito el hueco de mi silencio.
Sin embargo ahí caben todas las preguntas y palabras que he dicho escrito pensado.
Ese pequeño hueco donde me habito cuando entiendo que sólo me queda silencio es casi mágico.
Entro en él como en un ritual amoroso: ojos cerrados, mente ausente, buscando hacia adentro de los sentidos lo qué tal vez, nunca dije ni comenté ni contaré.
Esos instantes son los más seguros, protegida de la vertiginosa mente que no descansa y de la lengua que no quiere parar.
De todos los momentos de mi vida ese hueco de silencio intencional es mi única propiedad privada, todo lo demás es compartido y los bienes… esos sólo se administran.
En cambio… si me aíslo, me aparto, cierro el caudal de palabras, alejo pensamientos e intento andar por mis pulmones y mi ritmo cardiaco… ese hueco es tan mío que ni siquiera mi amante o mis hijos lo conocen.
Y estoy tentada a quedarme allí cada día cómo viajando sin moverme. Me dicen que medito, no lo sé, no es importante, lo que sí me interesa que este pequeño hueco puede ser mío en cualquier momento…