Supersticiones

No era extraño presentir. Tampoco tuvimos sueños de lecturas freudianas, solo los que anunciaban calamidades. Que yo recuerde nunca grandes alegrías, aunque también las tuvimos.

Había tías que podían curar una indigestión, otra sacaba el dolor de cabeza y la hubo que supo acomodar tendones resentidos. Todas tenían amplios conocimientos en hierbas. Todas tenían presentimientos que se contaban en voz baja.

Los hombres no opinaban y no eran tenidos en cuenta en estas lides.

Entonces mi hermana se hizo transgresora.Visitó otros templos, comenzó a creer en la reencarnación, compró libros de tarot y numerología. Quiso entender una carta astral y leyó mucho sobre astrología.

No fue aprobada su misión. Que una cosa era sacar un empacho y otra, tirar las cartas y ser bruja confesa.

Como aprendiz de toda aquella mezcla poco razonable me propuse negar todo. Me dediqué a intentar no creer y me puse a escribir fantásticas realidades donde las premoniciones y las brujerías eran posibles y realizables.

Mi hermana era genial con el Tarot y yo, escribo esta historia.