Desde la cama a la cama, doliéndome doliente dolor…
No me quedan pasos y borré mis propias huellas…
Ha llegado el último exilio, debo desaparecerme desaparecer desaparecida…
No me quedan restos de inocencia ni fuegos adolescentes…
Voy a marcharme otra vez. A iniciar la etapa de mi propia muerte.
Lo haré con esmero porque ese viaje tendrá la seguridad de quitarme el dolor de pensar.
En este rincón del mundo es peligroso pensar y por eso he vivido de peligro en peligro y de exilio en exilio.
También es peligroso soñar y he tenido la suerte de nacer soñadora.
Mi último destierro será un rincón olvidado donde nadie note mi presencia y mi voz ya no se escuche.
Me voy de nuevo… pero esta vez saqué sólo pasaje de ida.