Que como era loco nadie lo escuchaba y todos lo engañaban… que sí que sí que sí que a los locos hay que llevarles la corriente.
Y así vivieron toda una vida: él anunciaba infidelidades y partos con niños muertos e inundaciones insoportables y a todo le decían que sí y nadie recordaba al día siguiente sus angustiados anuncios.
Tampoco le creyeron que se mataría y de no creerle lo dejaron colgado hasta que el olor nauseabundo los obligó a sepultarlo.
Por eso la ciudad se vio obligada a soportar su fantasma perpetuo que alejó todo visitante y toda la gente joven que no quiso compartir con ese espectro el resto de sus vidas.
El loco con su fantasma mataron la aldea. Tampoco se lo creían pero se fueron.