Dicen que la mujer contaba narraba leía historias y su voz la iba transformando en palabra.
Y que si la historia era romántica se transformaba en la palabra amor, si era cuento de miedo en la palabra temblor, si era algo cómico se transformaba en la palabra risa.
La aldea se reunía cada tarde a escuchar sus historias que jamás eran las mismas. A medida que las contaba todas y todos se iban sintiendo hechizados, adormilados, hipnotizados.
Hasta el día que narró una historia bellísima y larga de un bosque lleno de pájaros de colores. Fue tan largo el cuento que se fueron durmiendo sin notarlo y al alba, estiraron las alas y salieron de los árboles a buscar semillas.