Sonámbula

Dicen que era sonámbula. Que de blanco camisón paseaba de noche, que en blanco ponía los ojos y que su sombra, blanca también, la perseguía.

Dicen que el sonambulismo le fue dado para adivinar esperanzas, para otorgar sueños, para establecer contactos con mundos inimaginados.

Nadie en su pueblo la despertaba, ni le temían, ni la escondían, ni la miraban de soslayo. Era esa sombra de la sombra que todo pueblo necesita para tener una leyenda y no morir en el olvido.

Por eso anduvo vagando de noche en noche sin control ninguno. Parió sus hijos caminando en noches tormentosas y los dejó en el camino mientras seguía durmiendo y se iba sin notar nada. Tuvo amores permitidos con muchos y con ninguno, suele ser la misma cosa.

De día jamás recordó su viaje al otro lado. Se despertaba y hablaba, contaba, miraba con ojos nuevos a la luz de la mañana.

A veces predijo tormentas y otras, desgracias o tal vez, eso no fue verdad, pero necesitaban magia y ella era lo único que aquel pueblo tenía.

Cuando se fue envejeciendo el sonambulismo recrudeció. No pasó una sola noche sin andar de vagabunda. Ella y su sombra blanca decidieron ir así, de golpe, a visitar la luna. Y ya nunca más la vieron. Pero inventaron la historia y la luna de ese pueblo tiene la sombra de una sonámbula eterna.