Una tarde ventosa y tu sombra
que ya no disfruta el sol.
Una primavera dura que demora en irse
la cama vacía y tu voz, ausente.
Tu vida tan pequeña
que gran cosa.
Tu ser tan minúsculo
que sana compañía.
Tu ronroneo fuerte sólido inquebrantable
que dulce regalo.
Casi veinte años
son mucho tiempo
cómo para no extrañarte,
mi pelusa gris,
mi noble amiga de horas lerdas,
la única que jamás dejó de esperarme.
quizá la única que de verdad me extrañó.
Querida Mush, gata única, inigualable,
no puedo dejar de extrañarte…
En la madrugada aún puedo escucharte maullar,
qué te dolía?, no me lo podías decir,
aún percibo tu cuerpecito
a mi lado…
Extraño tu forma de amasar mi dolor,
de molestarte con mis invitados,
de enfurruñarte con mis otros gatos,
de pelearte por tu territorio
sin medir consecuencias…
Extraño tener que pedir medicamentos
para una gatita senil,
que casi no ve ni oye pero…
me sabe y percibe…
Mi dulce y felina amiga…
No entiendo cómo es esto de extrañar tanto
una mascota… estás segura de haber
sido sólo una gata?
Y si no fuiste solo esa pequeña hermosa
gata gris parecida a un peluche?
Y si alguien te habitó y te envió conmigo?
Y si no puedo dejar de extrañarte?
Y si este es un sentimiento irracional
que obliga a los demás a pensar
que estoy loca?
Un día de estos… no será ahora,
tengo que ir a visitarte,
tengo que abrazarte y
sentirte ronronear… un día de estos…