La prima Milagros se llamó así porque madre y padre ya tenían la vida resignada a no tener hijos. Cuando llegó la hija se volvieron de pronto, más creyentes que nunca. Vírgenes y santos poblaron la casona vieja que habitaban desde siempre. Rezos y rosarios pusieron sonidos a la infancia de la prima.
Por genética había heredado unos rulos casi rojos y unos enormes ojos oscuros. Soportó, sé lo que digo, un colegio católico severísimo. Los domingos de inevitable misa tempranera. Las confesiones y comuniones y las cuaresmas y todas las fiestas de guardar. Una férrea y estricta vigilancia le martirizó la pubertad.
Pero cuando veía llegar sus quince años su madre enfermó y su padre se dedicó a ella con cada hora del resto de su vida. Milagros quedó liberada y a la deriva en esa gran avenida que es la vida.
En su último año de liceo se enamoró de un joven barbudo y delgado, delegado estudiantil en épocas donde no era bueno serlo. Eran los terribles años setenta.
Milagros se enamoró una sola vez. No tuvo tiempo a más. Se enamoró y se dio al amor como no había soñado en sus horas de rezos. Acompañaba al joven universitario a todas las marchas. Admiraba su valentía y la convencían sus palabras. Se reían mucho. Se abrazaban mucho. Se besaban todo el tiempo. Hacían el amor a escondidas cada vez que podían. Y se escapaba con él cada día un poco más.
Cuando llamaron por teléfono para que fueran a levantar su cadáver, la tía estaba muy grave y el llamado lo atendió mi madre. Cómo les digo, cómo les digo, lloraba mamá con el tubo en la mano. Salí corriendo y abracé a mi tío y le dije, Milagros ya no está tío, la mataron en la manifestación.
La prima Milagros de rojos cabellos y mirada oscura cubrió el cuerpo del joven delegado y una bala la encontró. Murió mucho antes que su madre a la que engañaron por meses diciéndole estupideces. Murió sin rezar ni santiguararse. Sin clemencia divina. Murió loca de amor y con una fuerza que era difícil creer que con una sola bala, toda ella se acabara.
Milagros ( de mi libro Primas)

Qué historia tan triste, es indignante cuánta gente ha sido asesinada por las dictaduras, por defender los derechos de la mayoría.
Me gustaMe gusta
¡Qué manera de relatar! Felicidades Malu, hace muy poco que descubrí el Blog y estoy entusiasmada, yo también escribo relatos, pero todavía no he publicado nada.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias ☺️
Me gustaLe gusta a 1 persona