Sacar fotos a la casa abandonada fue mi entretenimiento aquel verano. Treparme en el risco, pisar sus desniveladas galerías invadidas de yuyos , intentar con la cámara una imagen que diera cuentas del dolor de su abandono. Inútil, nada era tan bueno como yo esperaba.
Fue la noche en que la luna mostró el río detrás de una de las ventanas voladas al tiempo que creí lograr la imagen perfecta. Tomé una y más, era una noche tan mágica y aquella casona lucía tan triste mostrando el paisaje por sus ahuecados bordes.
Después de las tomas rápidas fui corriendo a ampliar en la computadora mis codiciadas fotos. Entonces supe que fotografié una sombra femenina detrás de lo que fuera la ventana….
Entre la luna y el río, intemporal y distante, una figura femenina, triste y lánguida como la casa, miraba mi cámara como reclamando.