Hay que tener paciencia y habilidad para hacer palomas con migas de pan. Cuando lo lográbamos, no muy seguido, corríamos al jardín de florcitas anaranjadas y amarillas. Era, sin dudas, la parte más humilde del inmenso predio. Ahí arrojábamos las aves de pan. Y fue el día del viento loco del Norte, el día que el sol se incendiaba que ante nuestras cándidas miradas, algunas cobraron vuelo.
Pájaros de pan
