Qué tristeza infinita tienen en su mirada los caballos. Mírelos un día, deténgase en el fondo de esos lagos oscuros que usan para mirar y observará lo que es la tristeza.
No sé si es histórica, si es antropológica, genética y al fin de cuentas ni me interesa, sé qué es genuina. Los caballos nos miran con tristeza y debe de ser que les debemos tanto o que nos compadecen tanto más que no tienen otra forma de vernos.
Tanta historia recorrida… tanta domesticación… tanta necesidad humana detrás de esos ojos tristes y ni hoy aprendimos a verlos.
Tanta batalla, historias de conquistas, muertes, fuerza brutal dedicada a los humanos y seguimos explotándolos… no sólo a los caballos, entiendo eso pero… es que me lastiman sus ojos tristes. No lo puedo superar.
Camino junto al río que canta sereno en las mañanas, más de tres mil metros sólo por verlos, me detengo y los miro lo más cerca que puedo… son caballos cuidados, a veces me dejan acariciar su hocico y otras, no.
Tienen la misma tristeza de los que tiran, resbalando en el asfalto, un carro; la misma que el que aún conoce el yugo del arado, la misma que el que sabe que indefectiblemente, será domado.
Algún día, en algún lugar… los caballos tendrán ojos alegres?