Escribir y pescar: dos verbos compatibles

Estoy mirándolo, como tantas veces, intentar pescar. De pronto surge esta idea mía que parece tan loca: cuando pesca hace lo que yo también intento con mis cuentos. Él intenta engañar los peces y yo, lectores.

La literatura toda, incluso la más fiel, usa artilugios para que algún o muchos lectores , caigan en la trampa de leer el contenido. Es como una línea de pesca que se llena de palabras y busca la sensibilidad de alguien o algunos. Si resulta que te leen, has logrado el premio.

Él pesca… tira su engaño una, dos y cien veces. Si en uno de esos tiros engaña un pez la felicidad es única: ha logrado su objetivo. Y seguramente podríamos seguir intentándolo hasta el final de nuestros días útiles.

Se persigue un engaño tallado en imaginación y tejido con palabras o en un filo hilo de pesca que engaña con un señuelo artesanal que se parece a una mosca. Nos parecemos.

Acá no importa la inteligencia de la presa: sino en poder engañarla. Que la pequeña lectura o el gran pez nos digan: lo has logrado, te creyeron, fue casi verdadero… tanto que funcionó.

Pescar, además, en estos días de incertidumbre y desolación, es algo que se puede hacer, el pescador solitario puede estar entre estas rocas donde no hay nadie y mientras va intentando el engaño, la tranquilidad lo van ganando. Es una función terapéutica para él.

Mientras él se obsesiona con la búsqueda no existe nada más, su mente se concentran sólo en el oficio y observa el agua, estudia dónde y cómo y con qué lo conseguirá. Por un momento todo desaparece.

Casi lo mismo hago yo mientras escribo, busco las palabras, hago las frases,las leo nuevamente y todo lo demás desaparece. Ejercicio catártico y terapéutico, escribir. Se corrige y se hace y deshace: me aíslo. Necesito creer que lo único que existe en este mundo es el cuento que va naciendo. Muchas veces ni sé cómo acabará pero me sigo arriesgando. El pescador tampoco sabe si tendrá su premio o se irá como vino.

Pero no ceja: sin que nadie te lea, sin un pez en las manos, igual lo volveremos a intentar porque tal vez, mañana, otro día, dentro de un mes, lo conseguiremos.

Y eso es todo: la ilusión de intentarlo tantas veces como sea necesario para obtener un engaño exclusivo que nos sacuda con un lector o un pez.

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