– No voy a ir! gritó Mily la mosca que odiaba la caca.
– Pero querida, protestó un moscardón azul, tienes que ir por el bien de tus larvas( y de paso le guiñó un ojo)
– Todas vamos Mily! , gritó la tropa de moscas que ya se iba, no te hagas la diferente!!!
– No voy a ir, odio el olor a la caca… yo quiero ir a las flores…
– Ahhhhh entonces serás un abeja… le gritaron riendo las demás y se fueron.
Y Mily se quedó pensando: podía ser ella más abeja que mosca? Decidió visitar la colmena cercana y preguntar.
– Perdonen que interrumpa vuestra labor… podría ver a La Reina?, preguntó con respeto frente a la entrada.
– De dónde sale esa estupidez? Una mosca visitando a nuestra reina? Jamás! , le respondieron a coro las obreras indignadas.
– Perdonen pero es que ella es la única que podría saber si yo tengo más de abeja que de mosca…
– Pero qué locura…, gritaron indignadas y amenazantes cientos de obreras, eres una mosca sin dudas!
– Es que me gustan mucho la flores y odio la caca!!!! Gritó desesperada Mily al ver tanta resistencia a su pedido.
– Mmmmm respondieron las abejas, vete a preguntar a las avispas… eras más de su tipo.
Cerraron la colmena y dos zánganos la corrieron. Mily se fue a buscar la casita de las avispas.
Las avispas la trataron un poco mejor que las abejas pero tampoco la dejaron ver a la reina. Se rieron mucho de su pretensión de ser avispa y le dijeron, con cierta malicia, qué tal vez ella era la hija deforme de algún colibrí.
– Los colibríes andan de flor en flor y son muy enamorados, dijeron zumbando y riéndose, ve tú a saber si uno de ellos no es tu padre!
Mily, un tanto decepcionada y temiendo la reacción de los colibríes, se acercó a ellos y les preguntó:
Qué posibilidad hay que yo tenga un papá colibrí? Porque como odio la caca y prefiero las flores… abeja no soy, avispa tampoco… me enviaron a preguntar acá…
– Posibilidad ninguna, dijeron a coro mientras bajaban subían y libaban sus flores. Pero si odias la caca y amas las flores quédate donde más te guste.
– Serás una mosca diferente…, dijo un colibrí muy apurado.
– Es eso, se dijo despacito Mily, soy una mosca pero soy diferente.
Y ya no molestó más a nadie. Cuando el enjambre de moscas iban hacia la caca por sus larvas, cantando y disfrutando, Mily se escapaba y se iba a los jardines a disfrutar de las flores a su manera.
Más de una vez las abejas pasaron a su lado y la corrieron amenazantes. Las avispas en cambio reían a carcajadas cuando la veían en una flor. Los colibríes en cambio, simplemente la ignoraban.
De todos modos Mily consiguió ser feliz, supo que era diferente y lo aceptó. Vivió de jardín en jardín y se murió durmiendo encima de una flor. Ni abejas, ni avispas, ni colibríes la recordaron. Pero las flores que visitaba a menudo se preguntaban todos los días por ella.