Del otro lado

Todo y nada, que pueden ser la misma cosa, están del otro lado.

En mi casa mis paredes cobijan mis gatos mis libros mi cama y mi olla. Ahí afuera dicen que está un monstruo invisible que te enferma y te mata y si no lo logra, mata al otro u otra, que te dio un abrazo.

Por momentos no me creo nada. Por momentos me creo todo. Cuando no me lo creo me escapo bajo un tapa bocas, lentes negros, guantes y sombrero y trato de pasar por la farmacia para tener una buena excusa. Y me doy cuenta que así como voy estoy disfrazada de delincuente.

Otras veces subimos bien los vidrios polarizados y con la dirección falsa de una tía que vende verduras ecológicas nos vamos por caminos polvorientos. Ya en el campo y sin disfraz me bajo a mirar el otoño que está amarilleando el todo.

Después me creo todo y me lavo las manos cien veces al día, limpio con lejía hasta el rincón más olvidado, me quedo en casa, escribo, hablo con mis gatos, leo cuentos y los grabo, hago yoga para relajarme y me rió a carcajadas, entre copa y copa, de mi obediencia.

Pero si la muerte nunca me asustó… si a mi edad ya es casi normal viajar con ella, como han logrado transmitirme este pánico? Que no es por vos me dicen, es por los demás. Aprieto los dientes: mejor no respondo. Hace medio siglo pienso qué hay que repartir todo más equitativamente y hoy me hablan de solidaridad…hoy….

Nos están mintiendo en muchas cosas y no soy científica. Nos mienten como lo han hecho siempre pero esta vez el dominio de la mentira está globalizado, instaurado y generalizado. La robótica ya comenzó: actuamos como tales nosotros que alguna vez, fuimos humanos.

Mientras los que gobiernan hace siglos, los dueños de la riqueza del planeta, se adueñan también de voluntades a costa del eterno pánico humano, mientras tejen próximas estrategias y evalúan obediencia, de este lado de mi casa abro ventanas… escribo sin parar y lanzo a Internet narraciones o poemas. Escribir no puede contra ningún virus, ni contra ningún complot, pero siempre te pone a salvo del caos y te deja un rescoldo de libertad,