Hija, tenía una apreciación indispensable sobre los uniformes. Igualan, verdad? Y suponemos que ser iguales es el ideal. Por eso no existe uniforme de rico, de poderoso, de rey…. porque el que sea más exclusivo y caro será el mejor.
Los estudiantes todos iguales, los trabajadores, los militares…
Los que usan uniformes tienen un superior al que obedecer. Si se revelan son castigados. Si hacen bien su trabajo son premiados.
Ahora piensa en qué sería hacer bien su trabajo para un militar y tu ya sabes… porque me apremian los uniformes militares. Cada reprensión cuánto más brutal, más premio. Desaparecidos? Premio. Muerte, premio. Tortura, premio. Violación, premio.
Cada medalla lleva sangre y sufrimiento.
Cada galón un sueño roto.
Cada uno de los distinguidos personajes que encabezan desfiles aquí y en todo nuestro planeta acumula en sus galones, dolor y sangre de gente como nosotras: incapaces de callar y obedecer.
Hija, yo te quería decir que tu desconfianza a los uniformes o tu desprecio, te lo debo de haber trasmitido desde la placenta. No sé si te sirve saberlo o sólo quería escribirlo para vos …