Bordeamos la senda que estallaba en florecillas silvestres. Otra vez el camino que nos lleva al río y queriendo seguir… sin detenernos.
Más de dieciocho años que la recorremos…
Tu mano en la mía y el paso este nuestro, acompasado. Riendo de vez en cuando como adolescentes, abrazándonos de pronto y siguiendo el camino. Obstinada cuento los pasos. Relajo mi sombra por el sendero, nos buscamos las manos, caminamos en silencio.
En silencio nos decimos más que nunca, y hay un trinar de pájaros y todo es vida, cómo fue que ese día chocamos con la mujer ahogada? Cómo pudo suceder? Media tarde, muchos caminantes y justo a nosotros se nos aparece el cuerpo boca abajo flotando casi en la orilla?
Y ya las flores, el sendero y los trinos desaparecen y nuestro camino, con brutalidad, cambia. Y qué importa quién es y lo que surja de la investigación? Pues nos va a importar: otro feminicidio más.
Otra mujer muerta por alguien qué dijo que la amaba. Otra víctima más de un patriarcado que no quiere soltar la tutela y el castigo a las rebeldes.
Pasaron dos o tres días, en esas horas pensamos que buscaríamos otra senda de caminata y hoy, sin embargo,volvimos a la misma. Mañana también lo haremos. En la curva donde vimos a la mujer ahogada dejaremos un recuerdo, un silencio, un deseo… nos daremos la mano y seguiremos caminando con ese nudo injusto en el pecho.