Manchas de vino

Mi abuela hizo de todo en su larga vida. Oficios varios, no siempre muy femeninos para su época.

Tuvo una de las primeras lavanderías del pueblo y pudo ver llegar y comprar máquinas que hacían casi solas lo que ella a puro puño.

Nunca nos dejaba a cargo de las máquinas dispuestas para restaurantes porque ella, antes de meter a lavar la mantelería, miraba si había manchas de vino en ellos. Y podía leerlas: si era mancha por descuido, con rabia, para festejar o sólo de un brindis apresurado. Si había quedado rastro de mancha por un beso escondido o un mensaje mal dado. Tenía muchos diagnósticos más.

Otras abuelas habrán leído los astros y los síntomas del cuerpo, pero la única que conocí que leyera manchas de vino fue la nuestra. Y se nos fue de viaje sin dejar la receta!