Desde aquella famosa reina que consultaba al espejo para saberse la más bella hasta hoy, los espejos están todos embrujados. Hay espejos, por ejemplo, con maldades que nadie osa mirar y otros, igual de malos, que todos miramos y justificamos.
Hay espejos más o menos fidedignos que te muestran la posible realidad, pero la mayoría de nosotros, ve lo que quiere ver. Hay espejos cóncavos que deforman y desfiguran y justamente esos son los que mucho miran y justifican, aceptando esa realidad…
Hay espejos sucios que no logran brillar, su mundo es la neblina permanente, no te extrañes, todos querrán tener ése y no otro.
El mundo de los espejos no es un mundo en el nuestro, eso es al revés. Ellos nos contienen, nos miran, nos perfeccionan, nos desfiguran. Nosotros, obedecemos o intentamos hacer notar que lo hacemos, estamos todos metidos en este baile del saber y poseer, los espejos, cuando no los miramos, se deben de reír a carcajadas.