Lo encontramos

Hacía cinco años que el tío había salido una mañana de verano, en el balneario de siempre, con su rutina de costumbre y su balde de juntar caracoles. Nunca regresó.

No hubo pelea familiar, no hubo motivos, ni hubo después un cuerpo para encontrar. Ni en el mar azul de ese verano tórrido, ni el laberinto de dunas, ni el monte nativo que rodea el pequeño balneario.

No prosperó ninguna búsqueda policial,legal, ni de investigación privada. Se pagaron varios meses y años de preguntas sin respuestas. Se fueron desestimando motivos, razones y razonamientos. La familia quedó desbastada.

Cada hermano y hermana, eran seis, hizo averiguaciones sencillas y de resoluciones más o menos caseras. Nada, sin respuestas.

Y todas las sobrinas, éramos doce, acompañamos desde nuestras edades equidistantes los veranos sin el tío desaparecido. Íbamos a la casa de la playa y salíamos de mañana y de tarde viendo huellas inexistente imprecisas ilusorias.

Hasta el quinto verano, cinco años de búsqueda infructuosa, ya el tío era una sombra en luto permanente, nos habíamos resignado. Poníamos flores en cada recodo de dunas o en algún árbol del camino. Y ese día salimos todos a bañarnos, el mar estaba encrespado, frío y azul. A las cuatro regresábamos y se nos ocurrió trepar las dunas altas y corrernos y jugar a la pelota.

La pelota fue la que, mal pateada, se quiso perder entre unos arbustos y encontró un maxilar humano. Y no quisimos tocarlo. Y después sucedió,como en un cuento, todo lo demás.

Otra vez policía, legalidades y un análisis del maxilar que resultó el del tío. Y la vida se nos cambió de golpe otra vez. Se abrieron todos los porqués del mundos y todavía no los hemos podido responder.