En la vieja casona se enredaron las plantas con los muros. Aprovecharon el techo volado para marcar todo con su presencia verde. Levantaron los pisos con las raíces. Se fueron a vivir todas las plantas con sus insectos adentro de lo que fue una singular mansión de otra época.
En la habitación donde el hombre mató a la mujer en un acto de horror, persisten, como fiel testigo, unas baldosas que muestran la indeleble mancha de sangre de otra víctima inocente.