Canasto vida
Mi madre guardaba su vida en un pequeño canasto de mimbre que contenía su todo.
Ahí dentro estaba la flora y la fauna más exótica y también la más autóctona
Lleno de perfiles masculinos y figuras femeninas
Habían detalles tiernos y otros, inverosímiles.
La cadena de colores y texturas anidaban y se enredaban o deslizaban a su antojo.
Según el pulso de mi madre latía en la aguja la textura de la vida que saldría del canasto.
La vi por tanto tiempo días meses años vivir apegada a ese canasto que siempre supe que ahí estaba ella.
No podía dejarlo ni por una tarde.
Era parte esencial de su equipaje.
Cuando se enfermó y aconsejaron internarla, me olvidé de llevarlo.
Por eso mamá aleteó triste su muerte, no tenía su canasto para esperarla tejerla entenderla.
No pudo enredar como buena araña tejedora,su presencia y ella, se la llevó sin su esencia
El canasto vida durmió por años su ausencia hasta que decidí que era hora de dejar de mirarlo y buscar a mi madre en su interior.