Papelita
Le pusimos Papelita porque era tan fina como un papel. Tan delgada como una hoja de árbol cuando se suicida tirándose del árbol. Tan grácil como un avión de papel de arroz. Tan pero tan delicada que cada hueso amenazaba a quebrarse con un mínimo golpe.
Hubo una época que derrochó popularidad y se ocupó de esa página en los diarios locales que sólo ella podía hacer. “ La dama de sociales” había llamado Onetti,en un cuento bastante cruel, a la mujer que cubría esa sesión imposible para un periodista.
Papelita fue por años esa dama que dibujaba en lenguaje excelso las fiestas de los ricos. Tenía un amplio vocabulario para describir adornos, telas, peinados, modistos y diseñadores. Aprendí que los adornos que ponen en las mesas de fiestas tenían nombre. Nunca hubiera entendido, sin su explicación, que los zapatos se podían calificar. Y las faldas también e incluso, los trajes masculinos. Y mi paleta de colores se acrecentó infinitas veces con nuevos tonos gracias a su lenguaje prodigioso.
Papelita vestía con elegancia propia y podía lucir muy bien a pesar del sueldo miserable que le pagaban. Aprendió a vestirse, peinarse y maquillarse con un secreto arte casero que hasta las personas más ricas, aceptaban como buenas. Sus colores siempre limitaban con tonos ocres y marrones,su piel cobriza le iba a tono.
Por años mantuvo a raya su delgadísima figura con una dieta de monje, hizo gimnasia como adolescente enardecida y se escapó de uniones desagradables porque odiaba “atender “ a cualquier hombre dentro de su casa.
Coleccionó algunos amantes y después los tiró sin culpa. Jamás aspiró a casarse, tener hijos, o adaptarse a ser una solterona.
Cuando la jubilaron el arco de su columna se dobló como junco, los ojos marrones se taparon de patas de gallo y se fue olvidando de a poco el nombre de todos los adornos y vestidos que describió por años.
Papelita adelgazó sin tregua y ya no hizo gimnasia. Era cada día más parecida a una hoja de otoño.
La vimos salir revoloteando una mañana de abril y pensamos que era falso, que sería ilusión óptica.
⁃ Las mujeres que han sufrido pueden volar, me dijo mamá
⁃ Las mujeres incomprendidas, se alejan en un vuelo increíble, aseguró mi hermana.
⁃ Papelita leía mucho, era tan culta, por qué voló, seguía insistiendo yo que era demasiado joven.
⁃ Porque no pudo con esta sociedad…hizo lo que la dejaron hacer, dijo mi amiga.
Papelita voló con el primer viento loco de un otoño ocre. Los diarios locales jamás lograron otra crónica social para las fiestas de los ricos tan minuciosamente bien escrita como la suya y nosotras, tampoco logramos olvidarla.