Queridos padres: encontré la casa!. No me pregunten, es largo de contar. Debí vender algunas cosas sólo para localizarla. Finalmente la encontré. Deben de venir urgente. Yo aviso a mis hermanos.
Olvídense de encontrarla como la dejamos. Aquel suntuoso living, el teléfono con manijita, el comedor para doce personas y nuestras habitaciones en la planta baja, conservan apenas algunos retazos de lo que fueron.
Sin embaro la gran pérdida fue la planta alta. Allí, en ese laberinto de piezas casi vacías, pasé los mejores años de mi infancia. Tuve mi primer biblioteca. Nada queda de eso. Ni un pedacito de muro para ponerme nostálgica.
Y el gigantezco taller de carpintería donde nos hicimos nietos postizos de aquel yugoeslavo orfebre qué escapó de la guerra y quisimos de verdad, ni rastros.
Tienen que venir. No sé si podremos reconstruirla. Está todo tan caro…Pero aún podremos estar todos juntos y recordar los cinco mejores años de nuestra vida familiar.
Mis hermanos también vendrán. Estoy segura. Al final eso de que soy la única sobreviviente es pura trivialidad. Ustedes vengan yo sé bien que como almas o fantasmas, me ayudaran en esta reconstrucción utópica.