Vos y yo…

…no hay que creer en el destino porque sería parecido a creer en otros mitos y una se jacta de ser racional.

Tan lejos y tan cerca. Tan posible como improbable. Tan loco como imposible. Así apareció ese amor cuando los dos habíamos dado la vuelta larga a los cuarenta. Y se plantó a pura semilla de correos y chat y charlas telefónicas.

Hacía veinti tantos años que nos conocíamos, cuando llegué a tu Montevideo del brazo de mi marido. Y compartimos esos almuerzos en tu casa o en la mía, alguna conversación trivial o casual, te fuiste. Larga distancia pusiste en el mapa. A mí me quedó de vos la amistad con tus padres y alguna foto que me mostraban. A vos de mi, contarías después de años, un recuerdo fuerte.

Nada: los años pasaron, más de veinticinco. Y se me vino el mundo abajo me quedé viuda, hijos adolescentes, se me rompió toda la hegemonía patriarcal que seguíamos y anduve bastante perdida. La casa de tus padres seguía siendo uno de los lugares que visitaba en Montevideo.

Ahí me enteré de tu divorcio, ahí quise escribirte y ahí empezó la historia. De ese primer correo a hoy han pasado casi 23 años. Ni soñé encontrar un amor así de cálido, así de libre, así de romántico cuando te escribí la primera vez.

Cuánto tuvimos que luchar para poder vivir juntos. Reproches, queja, abogados y unas mil maldiciones, aproximadamente. Cómo costó, todavía les cuesta, ese simple hecho: era para siempre.

Siempre es una palabra casi irracional pero en nosotros… por ahora y hasta que nos encuentre la parca, será nuestro destino.

Hemos agotado las noches entre las sábanas y los goces, los almuerzos entre los gustos que nos damos, los abrazos del llanto y los del consuelo, las charlas interminables y la compañía permanente. Y el amor se nos ha transformado en un dulce día a día, en un estar y acompañarnos y charlas siempre, siempre, compartidas.

Vos y yo tejimos esta historia, casi ilógica, casi incierta, muy loca y muy veraz, los otros están enojados, así se quedarán. Ni un solo día nos verán separados. Ni un solo día nos verán gritarnos, insultarnos, engañarnos… discretamente nos seguimos amando. Los otros, nos están envidiando…

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