Hoy, justamente, quería agradecer a tantas que me precedieron. A tantas que dejaron huellas y con ellas, como decía mamá, a todas, incluyendo a las que olvido.
Mi abuela, matriarca natural por trabajo y excelencia, por su analfabetismo zanjado a puro tesón autodidacta. A mi madre, frágil mujer elegantísima que me legó una forma de ver la vida que aún hoy, es valedera. A mi hermana, que supo ser transgresora y me legó su manía de leer sin mirar qué, leer, leer.
A mis tías, todas ellas, sabias en su tiempo y forma que me dejaron valiosos recuerdos.
A mi profesora de literatura en aquel colegio de monjas que descubrió mi pasión por las letras y se atrevió a prestarme libros prohibidos, me incitó a escribir y me animó a no parar de leer.
Y hubo amigas increíbles , lejanas en el tiempo o el espacio que no puedo olvidar, hay amigas nuevas que aparecen y me dan ánimos con la sonrisa.
Mujeres, dejando huellas en otras…mujeres, en ese nido de amor que nos habita o en los reflejos de rebeldía que nos une, mujeres todas que hemos tejido sueños y acunando realidades, todas nosotras batallando sin tregua, desde el hondo corazón del olvido.
A mi hija, luchadora incansable, a mi nuera, a mi nietecita…por ustedes vale la pena seguir tirando corpiños, tirando prejuicios, tirando chancletas, tirando la vida por la ventana.
A todas, todas, sin exclusión, avancemos y vamos, adelante, que todavía falta un montón…
Mujeres
