Fue una cosa de locos.Cuando ya veníamos doblando la esquina de la vida y habíamos dejado esa ilusión majestuosa e idílica del amor tempranero. Pero vino, fue voragine, fue viento huracanado, fue loco de locura misma y ni el mapa que nos separaba pudo con él.
Como migrantes digitales adultos nos enamoramos de palabras escritas cuando todos dormían y cuando podíamos reírnos a gusto en esos viejos chat donde no había foto alguna. Cierto, vos y yo nos conocíamos, pero llevábamo más de veinte años sin vernos.
Y no hubo forma de comportarnos.
No hubo manera de no hacer cosas de chicos jóvenes.
No hubo regla,no hubo urbanidad, no hubo piedad para los que no entendieron.
Llegaste y el abrazo fue como de toda la vida, hicimos el amor como dos viejos amantes harto conocidos que se saben todos los trucos, nos mirábamos embelesados y tu mano y la mía estaban pegadas. Imposible separarnos.
Locos pero de locura misma: lo nuestro no podía ser entonces, quisimos que sí. Ignoramos todas las reglas, nos reímos de esa locura que nos hacía sentir de quince y volvimos loca a esta sociedad pacata y conservadora.
Seguimos haciéndolo y lo más increíble es que siguen criticando, mirando de soslayo y prediciendo no sé qué…tu mano me sigue buscando, tu brazo es mi bastón y tu hombro, el mejor lugar para apoyar mi cabeza y dormir en paz.
Locos de locura seguimos, desvelados y atolondrados, hemos hecho y deshecho para que esto sea de verdad, el último gran amor de nuestras vidas.
