Por la mar se ha acercado
un caracol encantado
y por mirar desde la cresta
vio a la Pirata en su cuesta,
arrimando un bote con destreza.
En una isla del caribe caracol
la descubrió,
y de pronto, un fueguito le calentó
su frío corazón, como un sol.
Era audaz esa Pirata que andaba por el mar
arremetiendo en las olas,
quemándose con la sal.
La amistad surgió el día que vino un nubarrón,
la Pirata se aferraba a su bote
con valentía y mucho vigor.
Caracol, casi enamorado, sin pensarlo
se tiró al bote, arrebatado,
intentando ayudar a la Pirata
que lo miró y pensó: «este no se me escapa»
Así que intentó seducir a Caracol
pensando en su buen sabor.
Caracol ya enamorado ni recordaba
que podía morir sancochado.
Mientras el bote al barco se acercaba
Pirata no le quitaba la mirada,
Caracol más y más se encandilaba
mientras de su refugio se alejaba.
Subieron al barco abrazados,
Caracol enamorado y la Pirata,
recordando recetas de pescado.
Al fin ya en cubierta,
Pirata quiso mostrarle su cocina,
que tenía olor a sopa de gallina.
-Se te antoja un caldo para entrar en calor?
preguntó la Pirata mirándolo con candor.
-Se me antoja sí señora!
contestó sin mirar la olla,
donde ardía el agua
sobre la fragua.
Mientras entraba con ojos enamorados
al caldo donde sería cocinado,
ella le entonaba una canción de amor!
Nunca nadie murió tan enamorado
como Caracol cocinado
por la Mujer Pirata que nunca
supo de su amor y tampoco
de su sabor,
pues era tan mala cocinera
que aquel baboso le dio mal sabor a sus muelas!