La niña, la arena y el mar

La niña cava en la arena, la arena se desintegra, se queja como rubia fina, la niña la escucha, el mar viene y la besa.

La arena llora despacio de tantos pies que la pisan sin notarla, la niña detiene la pala y con su manito, la comienza a acariciar.

El mar, macho bravío, surge con espuma y sal, tira a la niña y su pala, una se pone a llorar y la otra, se la lleva el agua. La arena rubia finísima se va al fondo a bucear.

El mar me ama, le confiesa a la niña que de nuevo se ha puesto a cavar, la niña ya lo sabe, por eso la arena rubia en un balde quiere llevar.

Sopla que sopla el viento, espuma, olas, sal… a la niña la llevaron su mamá y su papá, se olvidaron de su balde que quedó orillando en el mar. Adentro, la arena rubia, tomó un poco de sol, se secó y se puso brillante, vino el viento, la peinó, le puso color y se la llevó volando en carcajada de verano.

El mar embravecido esa noche la buscó y como no halló la arena, en el sueño de la niña se metió y la asustó.

Ya nunca más esa niña cavará pozos sobre el mar.