Ustedes son muy jóvenes pero yo tuve profesora de caligrafía. Era colegio de monjas y teníamos horas de caligrafía y pensé que la odiaría pero terminé adorando esas horas.
Plumas, tintas y trazos… como en épocas medievales, la profesora nos enseñaba redondillas, cursiva y cursiva inglesa y hasta gótica ( creo que fueron muchas más pero ya no las recuerdo).
Horas trazándolas y sin querer fui amando esos trazos y también sin querer esos trazos… fueron modificando mi letra, la propia, la que tenía como un símbolo… la que era mi carta de presentación. Y mi letra cambió, se volvió parte de mi personalidad… (que después te enterabas que existían grafólogos hasta en criminología).
Pero después estudié dactilografía y apareció la máquina eléctrica y después aprendí a usar computadoras y luego celular…. y perdí mi letra. Esa hermosa caligrafía que era parte de mi identidad, era yo misma, era mi presentación, era no sólo mi firma… era toda yo pero en letras. Mis primeras cartas de amor, mi primer concurso literario, mi primer poema… era mi letra. Cómo yo, era única, particular, personal…
He perdido el don de mi caligrafía. Ya no me queda bien la manuscrita y poco recuerdo del trazado de imprenta. Mis dedos tocan teclas y aparecen robóticas formas parejas que nada tienen que ver conmigo…
Es como perder la sombra, tu sombra. La letra manuscrita era parte de tu persona. Dibujado su trazo hasta tu personalidad quedaba un poco al descubierto. Una parte de mí se ha automatizado.
Cuántas partes más tendré que perder? Para amalgamarme, modernizarme, no perder la vía por donde transitan todxs y no quedarme a un lado del camino mirando sin ser?
Mi letra manuscrita jamás volverá… una parte mía ya murió, cuántas más perderé antes del viaje final?