Que yo era una bruja en una aldea imposible. Que me dejaban abandonada hasta las otras brujas. Que no podía internarme en mis laberínticas pociones porque había perdido la memoria. Que nadie me visitaba, ni los ogros, ni los gnomos, a causa de mi pérdida total de memoria y embrujamientos.
Que mi venganza era eterna. Al no recordar conjuros y maleficios de arte y estudio, comencé con recetas nuevas, despilfarros de la memoria y el desconocimiento que era, nuevecito.
También me había olvidado donde dar y donde recibir. Resultó todo alrevés y las fatalidades me salieron excelentes, las bendiciones resultaron calamidades y los amigos, enemigos.
En fin, que yo era una bruja de una aldea imposible y si el cuento le parece fantástico, espere, usted también se olvida cosas y esto, está sucediendo.