Primer diciembre en Cinco Saltos.

Les cuento que esos meses pasaron lentamente, como le pasan a las niñas y niños, los meses de clases. Pero al final llega diciembre y todo cambia.

La chacra comenzó a llenarse de verde y de manzanas y peras, se llenó de gente, y todos iban al “ galpón de empaque”, lugar desconocido para mí. Eso me molestaba. Ahí había algo muy importante porque mi padre pasaba allí todo el día y yo sin saber de qué se trataba! Mi curiosidad aumentaba.

También estaba terminando la Escuela! Qué emoción. Y teníamos participación en el acto escolar de finalización de clases que, no sabía muy bien qué era pero, por las ganas que ponía la maestra( Iris?), la maestra de música y la propia directora, tenía ese temblor de ser algo “ muy importante “.

Nosotros, nuestro grupo representaría un cuento donde todos los animalitos del bosque, dormían, dormían, no podían despertar. Hasta que un hada llegaba, los tocaba con la varita mágica y los despertaba. Al final hacíamos una ronda donde cantábamos todos juntos.

Al lado del salón de clases había un espacio grande donde se harían los ensayos. La maestra fue eligiendo los animalitos, ardillas, ciervos, zorros, lobitos, alces, en fin cada compañero y compañera representaba un animal. Creo, puede fallar mi recuerdo, que algunos fueron árboles. Pero a mí no me elegían. En algún momento cuando le pedí a la maestra que me eligiera, me respondió: sos muy alta y rubia. Y me odié. Por culpa de mi altura, que se detuvo a los pocos años, por culpa de mi pelo rubio, no participaría en la obra?

Cuando estaba a punto de llorar, vino la maestra y me llevó de la mano: vas a ser el Hada que despierta a los animales. Qué emoción! Llegué a mi casa muy excitada, mi mamá tenía que ir para hacerme el vestido, yo tenía que practicar muy bien mi canción de despertar animales, y la canción final.

El piano sonaría muy cerca del escenario. El patio se iba a llenar de todas las familias. Era un GRAN ACONTECIMIENTO, para mí, el primero. Y todo salió perfecto. Bailé, salté, canté, no me equivoqué. Estaba vestida con gasas y tules, con un gran bonete rosa que hizo mi hermana, lleno de estrellas de colores.

De verdad: jamás olvidé esa primera actuación, que mi padre pudiera estar, estaban mis hermanos y mamá que me ayudó con el vestido largo para subir al escenario.

( De qué manera habrá influido esa actuación de hada madrina a qué, muchos años después, dedicara mi vida a la Literatura Infantil? No creo en casualidades. Y esa pregunta me la hice hace un mes cuando estuve parada, más de sesenta años después, en el lugar donde ensayaba aquel primer papel estelar de hada madrina).

Después de terminar las clases vino el aburrimiento. Papá ocupado con la cosecha, mi madre y mi hermana se les ocurrió hacer conservas caseras. El único que jugaba conmigo era mi hermano. Pero no le gustaba subir a la planta alta así que, sobre todo a la hora de la siesta, jugábamos en su habitación. Ladrones, policías, vaqueros e indios, me hacían cabalgar en la fantasía masculina. Era muy divertido. Qué bueno lo disfruté, unos años después mi hermano se transformó en una pesadilla terrible.

Los días de verano eran muy largos. Mi habitación de juguetes me hizo amigarme con los libros, podía leer bastante bien. Mis muñecos, todos sentados en una cama, escuchaban en silencio. También ensayé cantar y mirar por la ventana alta, a lo lejos, a mirar si podía ver el famoso galpón de empaque pero… no lograba verlo.

Empezaba mis primeras vacaciones escolares. No serían del todo aburridas, y descubriría muchas cosas interesantes.