Hay unas sombras que me asfixian y otras me distraen…
Hay piedras en mi zapato y tengo una espina en la palma de la mano…
Siento interrupciones constantes y me distraigo con facilidad…
Mi celular no deja de sonar y el hambre de tanta gente me mantiene insomne …
No hay fantasía que me inspire, ni realidad narrable porque el dolor está por doquier…
La incertidumbre es una de las sombras que me ataca y me asfixia y el miedo me aqueja… no puedo evitarlo…( hay qué evitarlo?).
El frío a comenzado a formar escarcha sobre el campo y las veredas, mis gatos se acurrucan en mi cama, mis gatos duermen con más dignidad que muchas niñas y niños…
Mi balcón lleno de sol a mediodía me permite ver el trajinar de los que no pueden cuidarse y nadie los cuidará jamás…
No puedo escribir sobre esta pandemia “ plandemia”, “ plandeminio” que se instaló y no respeta nada… no soy escritora de catástrofes… me duele el hambre, el frío y la soledad de los que tienen nada o casi nada… llego a odiar mi zona de confort…
Qué hago si no escribo? Me descargo la ira miedosa diciéndome, mintiéndome, hago una buena labor social y eso alcanza…no hay nada peor que mentirse a una misma.
Nada alcanza por estos lares: somos un país pequeño y con un gobierno neo liberal en alza… en alza los precios, los pobres, las muertes y todo lo que sea público, muriendo, muriendo…
Estoy desolada y sé que pertenezco a una generación que soportó muertes, desaparecidos y dictadura: debería de ser ejemplo. No puedo, por momentos me gana la desolación. No escribo…
Silogismo: los buenos escritores lo hacen mejor en tiempo de desolación, por ende, no soy buena escribiendo…
Hasta la próxima desidia…