En algún lugar de Internet, tal vez, encuentres por qué estamos rodeados de espejos. Habrá incluso datos de aquel joven Narciso que se contemplaba enamorado de sí mismo. Sé que los espejos suelen atribuirse a los vanidosos. Sé que en una época fueron signo de opulencia. Sé que en la naturaleza los hay de bellísimos fases: lagos, lagunas, a veces incluso el mar. Y en las infinitas formas que tienen los vidrios, pueden verse espejos. En las sartenes brillantes que se cuelgan en las cocinas demasiado limpias.
Sin embargo más allá del saber y de lo que te han dicho y has averiguado quiero contarte que yo sé que los espejos se parecen a tu sombra. A ésa oscura sombra que te persigue. El espejo te guarda y te refleja cuando regresas. Pero de eso, jamás estarás seguro. Si una parte tuya queda ahí adentro, la mejor o la peor, qué importa, no podrás decirme nunca que realmente, tu espejo no te contiene siempre.
Y si es así, como decía Borges, ya no estás solo. Una vez que tienes un espejo en tu habitación, ya tienes tu doble viviendo contigo. Por eso a veces, es complicado. Y nunca sabrás hasta donde has sido visto por tu doble.. ¿Solo tu aspecto exterior?
Dime que estás seguro y compruébalo. Es un desafío.
Espejos y dobles
