Cuando Margarita nació en aquel pueblo pequeño, sus padres eran primerizos y además, gente de campo. Cuando la partera les mostró la niña casi mueren de la sorpresa.
Trajeron un pediatra de una ciudad más grande para constatar que Margarita tenía una cara bellísima, un cuerpo acorde pero no tenía ni brazos ni piernas: en su lugar solo pies y manos. Los padres regresaron a la chacra desolados pensando que la primogénita pronto moriría. Pero Margarita no sólo no murió, se alimentó bien, sonreía con frecuencia y dormía sin molestar a sus padres. Al año tuvieron el primer hijo varón y Margarita, que ya usaba pies y manos para arrastrarse por toda la casa, aprendió a tararear una canción de cuna con facilidad extrema.
Así fue pasando el tiempo. Margarita tuvo cinco hermanos varones que la aceptaron como era y que la cuidaban como un tesoro. Ella vivía más afuera que adentro de la casa. La gente del pueblo había venido con curiosidad a conocerla pero la vieron tan hermosa de cara, tan simpática y la escucharon cantar tan bien que decidieron cuidarla entre todos y que los demás pueblos no se enterasen. Querían evitar prensa y malos tratos o que consideraran aquella niña un fenómeno de feria.
Y fue así como creció Margarita con su carita hermosa, su voz cantarina, su cuerpo casi perfecto salvo porque no tenía ni piernas ni brazos. Utilizaba sus pies y manos con mucha destreza para desplazarse.
Y llegó su cumpleaños número quince, y la familia, las vecinas y sobre todo su mamá se juntaron en la chacra paterna para decidir qué hacer. Una fiesta como cualquier otra decían sus tías, no sé, no sé, decía su madre, y las vecinas opinaban que algún festejo y algún vestido habría que hacer.
Sin embargo, no fue necesario… la noche anterior a su cumpleaños Margarita desapareció y ante la desesperación de sus padres, el pueblo entero la buscó hasta el amanecer.
Y fue al alba donde vieron emerger de los campos una inmensa mariposa con carita de mujer.
– Margarita!, gritaron todos a la vez.
Volando y revoloteando la mariposa se alejó pero antes entonó una bella canción de despedida.